Casa Usher

miércoles, enero 27, 2010

Robert E. Howard, mucho más que Conan

Parece que este blog me está saliendo últimamente un poco cinéfilo, pero no es mi intención. Lo que ocurre es que la publicidad de una película puede hacer que algo que llevaba tiempo olvidado salte en nuestro cerebro y pugne por salir de nuevo. Hacía tiempo que quería escribir algo sobre Robert E. Howard, y el estreno de Solomon Kane me lo ha recordado, de forma que he decidido no demorarlo más. Que conste que no voy a hablar de la película (aunque tengo la intención de ir a verla), sino que me voy a centrar en la obra escrita de este autor que no ha sido tan reconocido como merece.

En otros posts he recalcado que un escritor que ha creado un personaje que le ha superado en fama, no debe sentirse avergonzado de ello, sino más bien orgulloso. En el caso de Robert E. Howard tengo que hacer una excepción a esta norma. No porque se tenga que arrepentir de su creación de Conan, en absoluto. Lo que ocurre es que, en este caso, el personaje ha borrado prácticamente al escritor de la faz de la Tierra y ha impedido que el resto de su obra sea conocida. Y en este ejemplo en particular es algo absolutamente injusto que, además, priva a muchos lectores de disfrutar de unos relatos excelentes.

Robert E. Howard tuvo una vida terriblemente corta. Se suicidó con sólo treinta años, impidiéndose a sí mismo continuar una obra que sólo Dios sabe hasta donde habría llegado. Pero esos breves treinta años fueron tremendamente prolíficos. La revista Weird Tales editó la mayoría de sus creaciones, aunque también lo hicieron otras publicaciones como The Magic Carpet Magazine. Aquí haré sólo un breve resumen, pero para los que quieran conocerlo con más detalle les recomiendo esta excelente página web.

Los relatos más conocidos de Howard son los que han dado vida a sus personajes. Me estoy refiriendo a las sagas de Conan, Solomon Kane, Kull, Bran Mak Morn, Turlogh O’Brien, Cormac Mac Art, Agnes de Chastillon, Wild Bill Clanton o Terence Vulmea. Sólo la longitud de esta lista da a entender las dimensiones alcanzadas por la creatividad de este escritor. Esta sería la que podríamos considerar fase más heroica de la producción de Howard, con la existencia de un protagonista central alrededor del cual transcurre la trama del relato.

Es importante hacer notar que un enfoque clásico en la obra de este autor es la contraposición entre barbarie y civilización, pero teniendo en cuenta que la visión de Howard va en la línea del “mito del buen salvaje”, es decir, que el hombre alejado de la ciudad y que vive libre es intrínsecamente positivo, mientras que cuando se funde en la sociedad, se convierte en un ser corrupto bajo el yugo de la civilización. Independientemente de que no estemos de acuerdo con esta filosofía, lo cierto es que le da un interesantísimo punto de partida que hace que el entretenimiento y la acción presidan todos estos relatos. Como es evidente, los hay mejores y peores, aunque el nivel general es muy bueno, y los recomiendo a todos los amantes de la fantasía.

Pero Howard escribió mucho más. Tiene una parte de su obra bastante desconocida para el gran público, y que no incluye a ninguno de sus famosos personajes. Me refiero a los relatos de horror y a los de los Mitos de Cthulhu, obras en las que consiguió una atmósfera excepcional de lo macabro y lo tenebroso. Muchos de ellos han sido publicados en España en distintas antologías, y son sólo una muestra de lo que Howard podría haber alcanzado si no hubiera decidido acabar con su vida. Recomiendo especialmente “El valle del gusano” y “La piedra negra”, por dar alguna referencia.

A la muerte de Howard, algunos autores retomaron la saga de Conan, que era con la que más fama había alcanzado. Posteriormente, se han hecho películas sobre el personaje que le han convertido en algo cotidiano de nuestra vida mediática, hasta el punto de ocultar el resto de sus creaciones. Se ha dicho muy a menudo, quizá con algo de ligereza, que los autores que escribieron a continuación y las adaptaciones a la gran pantalla han desvirtuado lo que Howard creó. Mi opinión es un poco diferente. Por supuesto, cuando otro escritor retoma un personaje que él no ha creado, siempre le va a introducir variantes personales. Y, evidentemente, cualquier adaptación a la gran pantalla va a tener que sacrificar parte de la literatura para poder mantener el interés del público. Para mí, el principal problema de estos relatos y estas adaptaciones es el hecho de que potenciaron tremendamente el personaje y postergaron completamente al autor. Y ese es el principal defecto que se les puede achacar.

Robert Erwin Howard escribió muchísimo y en muchísimos géneros. La fantasía, el horror, la aventura e incluso la Historia, recibieron su visita en numerosas ocasiones y, en la mayoría de los casos, con resultados excelentes. Desde aquí invito a todos a buscar relatos suyos del tipo que cada uno prefiera. Creo que casi nadie se sentirá defraudado, y podremos reivindicar la obra de un autor injustamente olvidado por la mayoría.

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sábado, enero 23, 2010

James Ellroy, reinventando la novela negra

En este post quiero hablar de algunos de los grandes escritores que han cultivado uno de mis géneros favoritos: la novela negra.

Quiero hacer una clara diferenciación entre dos géneros que a veces se confunden: misterio y novela negra. Los dos me encantan, pero tienen diferencias importantes. En el primero, tenemos una amplia lista de nombres, por todos conocidos: Arthur Conan Doyle, Agatha Christie, Erle Stanley Gardner, Edgar Wallace, George Simenon, Patricia Cornwell, PD James, etc... No sigo porque siempre me dejaré muchos en el tintero. En este género, el misterio y la trama son lo fundamental, más que la ambientación o lo que rodea a los personajes.

Sin embargo, últimamente, la mayoría de editoriales publican todas estas novelas como “colección negra”, cada una con su denominación particular, pero siempre bajo el epíteto común de “negra”. Y ahí estriba la diferencia. Los autores nombrados antes son de misterio, y ese es un género propio, mezclado por intereses a la hora de atraer al lector.

La novela negra fue inventada por Dashiell Hammett y Raymond Chandler. Esta frase, a alguno le puede sonar demasiado contundente pero, en mi modesta opinión, es la pura realidad. Algunos pueden ser más puristas y decir que el creador fue el primero y el segundo un continuador, pero eso es una falsa impresión. Hammett fue el iniciador, pero Chandler le dio su forma definitiva. No niego para nada el mérito del autor de novelas como “El halcón maltés” o “El hombre delgado”. Él fue quien dio las pinceladas esenciales de este género. Un trama policiaca o detectivesca, unos personajes sarcásticos y un tanto desquiciados, una crítica ácida (que no farisea) a la sociedad del momento y, sobre todo, un tono gris que planea sobre todo el conjunto, y que acabó dando nombre al género.

Sin embargo, creo que la forma definitiva y su cumbre la proporcionó Chandler. Sus novelas se cuentan por éxitos. Podemos nombrar “El sueño eterno”, “Adiós, muñeca”, “La ventana alta” o “El largo adiós” entre las mejores, aunque a mi parecer todas son excepcionales. Para mí tiene dos ventajas a la hora de ponerle por encima de su competidor. La primera, es que sus historias son menos enrevesadas que las de Hammett, y eso es importante en un género que, de por sí, ya puede resultar bastante complejo. La segunda es su imborrable creación de Philip Marlowe, un sarcástico detective que luego inmortalizó Humphrey Bogart en el cine. Marlowe en sí mismo encarna la cumbre de la novela negra, con todas sus virtudes y defectos, y está bastante por encima del Sam Spade de Hammett.

La idea de este post no es extenderme demasiado en estos dos autores, sino hablar sobre otro que, en mi opinión, es el único que ha conseguido llegar al Olimpo de estos dos genios. Me refiero a James Ellroy, el creador de L. A. Confidential.

Ellroy ha supuesto el mayor aporte innovador a un género que corría un grave riesgo de estancamiento. La novela negra necesitaba un soplo de aire fresco y, sobre todo, de originalidad. No bastaba con continuar lo creado por Chandler y Hammett. No, hacía falta algo nuevo, y Ellroy lo ha traído consigo.

Este autor tiene un estilo muy personal, que no se parece a nada que haya leído hasta ahora. Directo, muy seco, obviando muchas palabras (sobre todo verbos) que para otros autores serían imprescindibles. Esta forma de escribir podría ser inaguantable para muchos, pero Ellroy la utiliza de una manera que te engancha hasta un punto en que no puedes dejar de leer. Es una sensación extraña (y tremendamente gratificante), pero la realidad es que no hay forma de cerrar el libro. Me pasó con “L. A. Confidential”, y eso que ya había visto la película, y me ha vuelto a pasar con “Jazz Blanco”. Ambas son excepcionales, novelas sin tapujos, de las que vienen de frente y te absorben por completo. Forman parte de una tetralogía, comenzada con “La dalia negra” y “El gran desierto”, y que se ha dado en llamar “El cuarteto de Los Ángeles”, ya que es en esta ciudad donde transcurre la trama. Precisamente, “La dalia negra” es mi próxima lectura, aunque tengo entendido que es la más floja de todas (la película ya lo fue). Pero estoy convencido de que no me va a decepcionar en absoluto.

El principal problema que nos encontramos los fans de Ellroy es la increíble escasez de novelas suyas editadas en la actualidad. A día de hoy, no se puede encontrar en las librerías ni “El gran desierto” ni las dos primeras de la trilogía americana, que son “America” y “Seis de los grandes”. Esperemos que Zeta Bolsillo, que parece que tiene esta exclusiva, ponga remedio a este vacío inexcusable.

Otra de las características de Ellroy es la gran cantidad de personajes reales que aparecen en sus novelas. Supongo que muchas personas que vieron L. A. Confidential pensaron que Mickey Cohen o Johnny Stompanato son personajes ficticios, pero son absolutamente reales. De hecho, el segundo de ellos tuvo un romance con Lana Turner, tal y como se narra en la novela.

En resumen, mi recomendación es que todo el mundo que sea amante de la novela negra, en su más auténtica acepción, debe leer a este autor. Hammett y Chandler crearon este género, pero se puede decir, sin temor a equivocarnos, que James Ellroy lo ha reinventado.

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viernes, enero 15, 2010

Cine y literatura: Sherlock Holmes de Guy Ritchie

Aunque este es un blog de literatura, no me resisto a hacer un comentario sobre la última adaptación de un personaje literario al cine. Me refiero a Sherlock Holmes, de Guy Ritchie. Que quede claro que esto es lo que en la web suele llamarse “una precrítica”, es decir, que no he visto la película. Pero al ver los trailers y oír las declaraciones tanto del director como de los actores, no he podido resistirme a la tentación de hacer algunos comentarios.

Primero, que quede claro que soy un purista de la obra de Conan Doyle y del personaje de Sherlock Holmes. He leído los 56 relatos y las 4 novelas escritas por Doyle sobre este genio detectivesco. Y no los he leído una vez, sino varias. Así que creo que, modestamente, me puedo considerar bastante experto en el tema.

Cuando un escritor crea un personaje que le supera en fama, mi opinión es que, contrariamente a lo que le pasaba a Doyle, debe sentirse orgulloso. Lo que ha hecho es dar vida a un ser humano literario, que traspasa el simple papel y se introduce en nuestras mentes. Básicamente, pasa a ser un ente vivo, alguien que, para los efectos, es como si hubiese hollado la Tierra. El ejemplo de Cervantes y Quijote sigue siendo el más claro al respecto. En el caso de Doyle, aunque renegó de su creación durante la mayor parte de su vida, es indudable que en los últimos años fue consciente de que había dado forma a algo muy importante, y que el deleite en la lectura que había proporcionado a sus contemporáneos no se quedaría en su generación, sino que perduraría durante décadas y, me atrevo a decir, durante siglos.

Sir Arthur escribió mucho sobre Holmes, aunque la mayoría de los seguidores del genial detective diremos que no lo suficiente. Objetivamente, hay muchísimo material original del creador, y sus dos personajes principales, Sherlock y el doctor Watson, están claramente definidos, tanto en su aspecto mental como físico. Lo segundo es menos importante, pero lo primero no admite dudas y Doyle se encargó de dejar de forma detallada las inquietudes, los placeres, las angustias, los puntos fuertes y las debilidades de ambos. Por tanto, cualquier adaptación a cine o televisión, tiene que ser bastante fiel a lo que los lectores ya sabemos, y esto es un arma de doble filo que facilita y dificulta la labor del director y los guionistas.

En sus declaraciones, el director y los actores de la última adaptación a la gran pantalla comentan que las películas previas se han desviado mucho del Sherlock de las novelas y relatos, y que ellos habían vuelto a los orígenes. Coincido plenamente con la primera parte y disiento completamente de la segunda. El personaje de Holmes ha sufrido muchas veces su tránsito al cine y la televisión. La imagen más conocida es, sin duda, la de Basil Rathbone, y muchos de los estereotipos vienen de esta adaptación. Mi opinión particular es que son películas aceptables, pero que ya mostraron un distanciamiento claro con la obra de Doyle. Holmes no está logrado, pero se acerca al personaje literario. Lo peor, sin duda, fue la imagen que se dio de Watson como un tontorrón impenitente y rechoncho. Este ha sido, sin temor a equivocarnos, el peor estereotipo falso que se ha generado, porque la mayoría de la gente tiene esa imagen del buen doctor en la cabeza, y no tiene nada que ver con la realidad. El Watson creado por Sir Arthur es un individuo inteligente y audaz, compañero inseparable y, como Holmes reconoce muchas veces, imprescindible para su éxito. Evidentemente, a nivel intelectual no llega a la genialidad del detective, pero ese es el contrapunto entre individuo normal (que no tonto) y el personaje brillante de Sherlock.

La mejor adaptación a la pantalla de las obras de Doyle no se ha realizado en el cine, sino en la televisión. Sin lugar a dudas, la palma se la lleva la serie producida por Granada TV y protagonizada por Jeremy Brett. Su indiscutible número uno se debe a varias razones. Ante todo, fidelidad casi absoluta a la obra original. Todos los episodios son relatos o novelas escritos por Conan Doyle. Después, tenemos la recreación de los personajes y los escenarios del Londres victoriano. Tanto unos como otros están especialmente cuidados, de forma que los lectores no sentimos que estamos viendo algo extraño, sino una recreación bastante aproximada a lo que el autor escribió. A esta serie sólo le pongo dos pegas. Una, que el actor que hace de Watson cambió de la segunda a la tercera temporada. Que conste que no fue un cambio a peor, pero hubiera sido preferible un único Watson en toda la serie. El segundo punto negativo sólo concierne a España, y es el hecho de que a mitad de la serie se cambiaron los actores de doblaje. Una pena porque las voces siempre tienen mucha influencia en nuestra percepción de los personajes.

Volviendo a Guy Ritchie, Jude Law y compañía, su adaptación promete ser una de las peores de la historia. Vamos a dar unas cuantas razones de peso. Primero, se sacan de la manga a un Holmes pendenciero. Es cierto que era un experto boxeador y luchador, pero en absoluto la especie de matón de barrio que interpreta Downey Jr. Seguimos con la drogadicción. Verídico que Sherlock era adicto a la cocaína, pero no era el yonqui de la película. El siguiente punto es el humor. El personaje no era un individuo serio como un ajo. Tenía su punto humorístico, es cierto, pero en ningún momento era un socarrón desenfrenado. Pasamos a Watson. Al menos, han tenido la decencia de ponerle delgado y no gordo. Pero por lo que se ve en el trailer, Jude Law lo convierte en un payaso profesional. No en un bufón, pero sí en alguien sacado del Club de la Comedia. Y ahí sí que no tienen absolutamente nada en los escritos de Doyle en lo que basarse. En los excesos con los que pintan a Holmes pueden decir que han sacado algo de los relatos y lo han tergiversado o exagerado (salvo en la altura del actor, porque ahí se han quedado cortos). Pero la recreación de Watson no tiene ni pies ni cabeza.

En fin, ojalá que me equivoque y que estas impresiones basada en trozos de la película y en las declaraciones de director y protagonistas sean erróneas, pero me temo que no va a ser el caso, y las críticas que he oído a gente que sí ha visto la película me reafirman aún más en mi opinión. A aquellos que me lean, mi recomendación es que se dejen de imitaciones baratas y que vayan a las fuentes, es decir, a los relatos escritos por Arthur Conan Doyle.

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