Casa Usher

miércoles, agosto 07, 2013

Clive Cussler

Tengo que reconocer que a veces soy un poco purista con el tema de la literatura, sobre todo con los best-sellers. Cuando mucha gente lee un libro sólo porque es un superventas, a mí ya me echa para atrás. Luego alguien te convence y al final lo lees, con resultados dispares, a veces buenos y a veces malos. Por ejemplo, es el caso de Millenium. Me leí la trilogía por insistencia, y la realidad es que sólo me gustó el segundo libro, considerando el primero como de baja calidad literaria y el último como un panfleto político de Larsson.

Este prejuicio hacia los best-sellers hizo que durante mucho tiempo no me acercara a los libros de Clive Cussler. No tenía muy claro si me iban a gustar. A simple vista, me recordaban a los de Vázquez-Figueroa, del que me leí uno y no más. Pero bueno, finalmente decidí, también por insistencia, leerme alguno de Cussler. Y empecé como a mí me gusta, por lo primero, la serie de Dirk Pitt, protagonista fundamental. Una mezcla de Indiana Jones y James Bond, mujeriego impenitente y héroe con su punto de humor irónico, pero sin pasarse. Así que comencé con Peligro en el Mediterráneo, y tengo que decir que no me impresionó mucho. Entretenida, pero escrita de forma un tanto infantil, con un estilo muy bajo incluso para este tipo de novelas. Eso me echó de nuevo atrás.

Pero decidí leerme la siguiente, Iceberg, y aquí la cosa cambió. El estilo estaba mucho más pulido, la aventura mejor trazada y, como resultado, una novela de aventuras muy superior a la primera. Aquí me asalta una pregunta que me he hecho muchas veces, el cambio que experimentan muchos escritores de la primera a la segunda novela. La primera suele ser de baja calidad, y en cambio en la segunda parece que la ha escrito otro. Esa es la duda, si realmente la ha escrito otro, un "negro", como se conoce en el argot. Pero bueno, en este caso quiero dar el beneficio de la duda a Cussler y pensar que la mejora fue debida a él o a los buenos consejos recibidos.

Desde entonces me he leído también ¡Rescaten el Titanic! y Vixen 03. Y en estas novelas continúa la mejora. Argumentos entretenidos, estilo más depurado, lectura ágil, en fin, todo los ingredientes para una novela de aventuras pura y dura. Se leen muy rápido y suelen enganchar desde el primero momento, así que las recomiendo a todo el mundo.

Por supuesto, los puristas se me lanzarán al cuello, pero hay que tener en cuenta una cosa. La primera finalidad de la literatura es entretener. Y si una novela no entretiene, ya no hay más que hablar, cualquier otra cosa son tertulias de salón. Por ejemplo, Ulises de James Joyce no me entretuvo. Se la considerará la mejor novela del siglo XX, y puede ser que el estilo sea algo revolucionario y sensacional. Pero, desde luego, lo que no hace es entretener.

Y a las novelas de Cussler, quizá se las pueda acusar de muchas cosas, pero desde luego, enganchan, y mucho. Una buena lectura para este verano. El que busque leerse un libro de un tirón, aquí tiene una magnífica oportunidad

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lunes, julio 02, 2012

El primer naufragio

En esta ocasión quiero hablar un poco de un libro histórico. No una novela, aunque la fiel dramatización de muchos hechos auténticos pueda hacer que, a veces, pensemos que estamos leyendo una obra de ficción. Me refiero a El primer naufragio, de Pedro J. Ramírez.

Hay que ser franco desde el principio: es un libro que hay que coger con ganas. Son muchísimas páginas y hay momentos en los que uno parece que no avanza. Hay que tener en cuenta que la mayor parte de lo narrado aquí son las sesiones de la Convención durante el año 1793, desde la ejecución de Luis XVI hasta el golpe de Estado que llevo al poder a los jacobinos. Casi como si leyeramos el diario de sesiones del Congreso. Evidentemente, no hay ningún paralelismo, por supuesto. En la época de la Revolución, asistir a una sesión parlamentaria podía ser tan peligroso para un diputado como estar en mitad de una turba de sans-culottes para un aristócrata. Por tanto, la tensión está presente en cada momento.

Indudablemente, estamos ante uno de los momentos críticos de la Historia. Un momento en el que las ansias de libertad son adelantadas por la izquierda por el frenesí revolucionario, la sed de sangre y la sed de poder. Poco a poco, hombres que habían sido la vanguadia de los cambios, son aplastados por los radicales que sólo quieren destruirlo todo y tomar por la fuerza las posesiones de los demás.

Desgraciadamente, lo más terrible del libro ha sido la de veces que este guión se ha reproducido en los últimos doscientos años. Hay personas que quieren cambiar las cosas, mejorarlas, y dan un impulso para ello. Pero pronto los extremistas se hacen con el mando, y ya nadie está seguro, ya no hay libertad, porque cualquier persona puede ser "enemigo de la Revolución".

Los últimos capítulos del libro son sin duda los mejores, y aquellos con los que mucha gente puede sentirse identificada, porque lo vemos a diario en el mundo entero. Sigue habiendo muchos Robespierre y Marat cuya sed de poder no conoce límites, los inventores de una suerte de despotismo democrático: llego al poder gracias a la violencia de las turbas y, una vez que estoy arriba, yo soy la voz de la masa, y yo soy quien le dice al pueblo que es feliz, y ellos tienen que creerme o morir en el intento.

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sábado, diciembre 10, 2011

Ebook

Bueno, tras mucho tiempo sin escribir en el blog, voy a ver si recupero las buenas costumbres. Hoy quería hablar de los libros electrónicos y su influencia en el futuro de la lectura.

Todavía no se me ha pasado el asombro, la indignación o el sentimiento indescriptible que me produjo escuchar hace unos diez meses a un editor español hablando sobre el ebook. No recuerdo el nombre ni la editorial, sé que no era de las más importantes pero tampoco era una de andar por casa. Bueno, el caso es que la frase fue "el ebook es una moda pasajera". Posteriormente he oido esta frase repetida por otras personas vinculadas al mundo del libro.

Cuando leí esas declaraciones, me quedé pasmado. En aquel momento me acababan de regalar un ebook y aun no lo había estrenado. Es decir, que yo no tenía la experiencia de haberme leído un libro en uno de estos dispositivos. Pero, aun con la ignorancia que tenía entonces, yo era consciente que lo que había dicho aquel editor era una completa majadería. ¿Cómo se puede ser empresario y tener una visión de futuro tan nula? El no querer ver estas cosas sólo indica un inmovilismo que, en una empresa, sólo es garantía de fracaso.

Cuando este individuo hizo estas declaraciones, quizás habría mucha gente que podría estar de acuerdo con él. Creo que, casi un año después, el panorama ha cambiado tanto que la mayoría de las personas las considerarían ridículas. Yo, desde luego, tras mi experiencia leyendo en ebook, tengo bien claro que de moda pasajera nada, esto es el futuro, un futuro compartido con el papel, seguro, pero que se va a llevar una parte tremenda del pastel editorial. Y el que no haya estado listo, está condenado a desaparecer.

¿Por qué todos los negocios tradicionales ven la tecnología como una amenaza? El que se dedica a esto, tiene que aprovecharse de los avances, no echarlos a un lado. Y ya estamos en un punto de no retorno. La apertura de la tienda de Amazon, la venta del nuevo Kindle en España y el impacto que va a tener en el mundo editorial son tan grandes que los empresarios que no quieran verlo quedarán como meros comparsas. Amazon es el ejemplo a seguir. Un dispositivo de lectura de los mejores, a un precio rompedor. Una tienda que te vende las últimas novedades a un precio asequible. No diré barato, porque no lo es, pero sí asequible comparado con el libro de papel. Compras el libro en tu casa y en 60 segundos lo tienes en tu dispositivo. En fin, concretando, nos da una amplia oferta y una gran comodidad.

¿Es la muerte del libro de papel? No, ni mucho menos. Yo sigo siendo un enamorado de manosear el libro, de sentir su tacto, de verlo en las estanterías. Si por mí fuera, tendría una biblioteca como la de El Escorial. Pero hay que ser realistas, no tengo espacio para eso ni para todos los libros que me gustaría leer a lo largo de mi vida. Por tanto, mezclaré las dos cosas, libro electrónico y libro de papel, y disfrutaré los dos, porque ambos me proporcionan el placer de una grata lectura.

Señores editores, espero que por fin se hayan caído de ese mundo ficticio en el que estaban. El ebook ha llegado para quedarse.

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jueves, marzo 25, 2010

Libros descatalogados

Este post se va a salir un poco del comentario habitual sobre novelas o relatos y va a ser un poco reivindicativo. Sobre todo, de cara a las editoriales que pueblan España. Mi intención es hablar sobre los libros descatalogados.

Observo que cada vez es más frecuente ir a buscar un libro que habías visto hace unos meses en las tiendas y encontrarte con que ya no está en las estanterías. Y es algo que me saca de quicio. Sinceramente, se me escapan los motivos. Podría entender que se haga una edición con un número de ejemplares y que estos se acaben. Eso lo aceptaría, pero no es lo que ocurre.

La realidad es que, no sé si las tiendas o las editoriales, han cogido la curiosa costumbre de permitir que determinados libros sólo estén un tiempo finito a nuestra disposición. Evidentemente, no entran en esta categoría los best-sellers habituales o los libros que se han anunciado a bombo y platillo. No, esos tienen la supervivencia garantizada. Pero el libro intermedio, es decir, el que se vende bien pero no arrasa, tiene dos opciones: o se convierte en un clásico (cosa cada vez más difícil) o desaparece del mundo de la literatura. Sólo queda a expensas de una posible reedición, o de que alguna empresa decida sacarlo como coleccionable para los kioscos.

Y esta es una política lamentable, en la que todos salimos perdiendo. Estoy convencido de que debe haber miles de libros escondidos en almacenes extendidos por toda nuestra geografía, y que nunca verán la luz, supongo que por un tema comercial (aunque no estoy seguro). En particular, me ocurre con muchos libros que leí de niño o de adolescente, una época en la que adoraba la lectura, pero en la que no tenía dinero suficiente para tener los libros que quería, estando a expensas de algún regalo. Ahora tengo el dinero y, sin embargo, lo que no tengo es la posibilidad de comprar los libros, puesto que no están a disposición del público.

Sí, es cierto que existen infinidad de librerías de segunda mano en la que quizá consigas encontrar estos libros descatalogados de los que hablo, pero este tipo de establecimientos tienen, en mi opinión, dos grandes problemas. El primero, la conservación del libro. En algunos casos es buena y en otros no tanto, pero a los que sentimos el libro como algo cercano y personal, siempre nos gusta que sea algo nuevo y más íntimo. Alguno podrá decir que esto es egoísmo, pero yo lo expreso tal y como lo siento. El segundo problema es encontrar los libros. Normalmente tienes que ir recorriendo los establecimientos hasta que, en algún rincón lleno de telarañas encuentras lo que buscas. Sí, ya sé que con Internet, esta búsqueda se puede simplificar, pero al final tienes que ir a la tienda y verlo. Me niego a comprar un libro de segunda mano en la Web sin haberlo palpado antes. Si no está en unas condiciones mínimas aceptables, me siento incapaz de leerlo.

Que conste que no reniego de las tiendas de segunda mano. Yo no he tenido más remedio que acudir a ellas en bastantes ocasiones porque no tengo otra forma de encontrar una novela determinada. Pero para mí sólo constituyen un recurso de emergencia. Eso sí, hoy día son establecimientos absolutamente imprescindibles para los que somos ávidos lectores.

A continuación, enumero una lista de colecciones o libros que se encuentran entre los que me gustaría volver a leer o que mis hijas los leyeran cuando crezcan. También hay otros que no son juveniles, sino que, simplemente, han dejado de estar a la venta, lamentablemente para todos.

- Los tres investigadores. Colección que muchos hemos leído de jóvenes y que siempre quise tener completa. Me sorprende que ninguna editorial reedite las aventuras de los personajes creados por Robert Arthur.

- Novelas de Karl May. Las editoriales Gustavo Gili y Molino (que ha perdido todo el encanto que tuvo) publicaron en los años 20, 30 y 40 casi todas las novelas de este autor alemán. Hoy en día encuentras sólo dos o tres, y normalmente son adaptaciones, no los originales.

- Libros de William Camus. La colección de El Barco de Vapor publicó varias novelas de este canadiense de ascendencia mixta (india y blanca). Hoy en día sólo se encuentran en las tiendas de segunda mano. ¿Es que a los chicos de hoy en día no les iban a gustar estos libros?

- James Ellroy. Señores editores, ¿dónde está “El gran desierto”, el antecedente de “L.A. Confidential”?

- Jack McDevitt. Las novelas de ciencia-ficción “Deepsix” y “Chindi” han desaparecido de la faz de la tierra. Y eso que son parte de una pentalogía.

- Arthur C. Clarke. Las novelas de Clarke (y las de Asimov) son como el Guadiana. Aparecen y desaparecen. ¿Podremos encontrar las cuatro novelas de Rama publicadas alguna vez al mismo tiempo?

En fin, podría seguir, pero corro el riesgo de indignarme cada vez más y de cansar al lector. Tal vez esto sea predicar en el desierto, pero tampoco es pedir tanto. Las traducciones de todos estos libros existen, y creo que hay muchas formas imaginativas de darles salida. Ahora se están instalando en España las editoriales “bajo demanda”. Creo que podrían ser una solución muy útil y económica para que todos podamos volver a disfrutar de lecturas que, a día de hoy, parecen irremisiblemente perdidas.

En fin, quien sabe, tal vez algún editor misericordioso lea estas líneas...

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miércoles, marzo 17, 2010

Guy de Maupassant, cuentos de ayer y hoy

Una de mis últimas lecturas han sido los relatos escritos hace más de un siglo por el escritor francés Guy de Maupassant. Este autor, del que no conocía nada, se ha revelado como un excelente narrador de cuentos, género que cultivó con maestría.

Hombre de corta vida, una característica habitual de muchos novelistas del siglo XIX, Maupassant escribió fundamentalmente en la década de 1880, pero lo cierto es que su actualidad y vigencia son plenas hoy en día. El autor trata todos los temas habidos y por haber. El amor, los remordimientos, la venganza, el crimen, el odio, el erotismo, la fantasía o la guerra han recibido su visita. La acción suele transcurrir en Francia, y vemos un variopinto muestrario de personajes, tanto en pueblos como ciudades. Alcaldes, sacerdotes, diputados, herreros, campesinos, policías o maleantes pueblan sus historias, creando una llamativa pintura que nos traslada a los inicios de la Tercera República Francesa, un interesante período en el que el Segundo Imperio está todavía fresco en la memoria y en el que el país empieza a convertirse en la Francia del siglo XX, aunque conservando el encanto del Romanticismo.

Pero lo que más me llama la atención de la obra de Maupassant no es su excelente prosa ni su ágil narrativa, sino el hecho de que los cuentos que escribió son tan apropiados a la época actual como lo fueron a la suya. Muchas veces, leemos relatos antiguos sobre temas de moda hoy en día, y nos parecen incluso pueriles, vistos en la distancia. En este caso, nada más lejos de la realidad. El autor siempre consigue sorprendernos, con ágiles cambios en la acción o giros en una situación que parecía claramente definida. Hoy en día, cuando no ves más que libros y películas que repiten hasta la saciedad viejos tópicos sin aportar nada nuevo, me maravilla redescubrir que alguien, hace 130 años, innovaba mucho más que los “artistas” e “intelectuales” que encontramos a patadas en la actualidad.

No he leído toda la obra de Maupassant, pero me voy a permitir dar una lista de las recopilaciones de relatos suyos que se han hecho. Todos están editados por Alianza Editorial en edición de bolsillo. Son los siguientes:

- El Horla y otros cuentos fantásticos
- La vendetta y otros cuentos de horror
- La casa Tellier y otros cuentos eróticos
- Mademoiselle Fifi y otros cuentos de guerra
- Mi tío Jules y otros seres marginales
- Un día de campo y otros cuentos galantes


En estos tiempos en los que casi cualquier advenedizo se dedica a escribir novelas de baja calidad, me parece de justicia reivindicar el género del cuento o relato, del que tantos buenos escritores han dejado muestras o, incluso, lo han cultivado como la máxima expresión de su arte. Maupassant es un buen ejemplo de esto, y lo recomiendo vivamente a todos los amantes de la buena literatura.

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martes, marzo 09, 2010

Jesús Sánchez Adalid, nuevos horizontes para la novela histórica

Como ya he comentado en otras ocasiones, la narrativa histórica siempre ha sido uno de los géneros que más me han interesado. El problema que me he encontrado siempre ha sido el mismo: encontrar escritores fieles a la Historia. Afortunadamente, cada vez aparecen más plumas que intentan reconciliar la literatura con la realidad. Un nombre que debe ir en esta lista es, sin duda, el de Jesús Sánchez Adalid.

Personaje de diversas trayectorias, ya que ha sido juez y actualmente ejerce como sacerdote en Extremadura, Sánchez Adalid ha supuesto un importantísimo revulsivo a nivel nacional para el género histórico. Siempre bien documentado, sus novelas nos permiten recorrer distintas épocas tanto en España como en el resto del mundo. Y es un escritor que va a más. En sus novelas se ve una clara evolución, y su calidad literaria va aumentando cuanto más escribe, cosa que no se puede decir de todos los autores. Su lista de éxitos es muy amplia: El cautivo, En compañía del sol, Félix de Lusitania, La luz de Oriente o El caballero de Alcántara son algunas de sus obras más importantes. Aquí me voy a centrar concretamente en dos que reflejan, en mi opinión, su perfeccionamiento como escritor.

En primer lugar, voy a hablar de El mozárabe. Novela ambientada en la España de la Reconquista, en la época de Almanzor y con Córdoba como epicentro, aunque no como único escenario. Esta obra es un fresco que recorre una época turbulenta a los ojos de un cristiano, habitante de la capital del Califato, y a los de un árabe que poco a poco va escalando en los círculos de poder de Córdoba. Sus vidas se entrecruzan y se separan en numerosas ocasiones, lo que nos permite ir recorriendo tanto lugares distintos como diferentes sociedades de la época altomedieval. Todo ello con el rigor histórico que acompaña siempre las obras de este autor. Un ejemplo claro es la cantidad de referencias que escribe siempre al final de sus libros. Y con referencias no quiero decir una extensa bibliografía en cuyo contenido ningún lector va a rebuscar jamás. No. Me refiero a la explicación de datos históricos contrastados, contados de una forma amena y que enlazan perfectamente lo novelado con lo que sucedió realmente.

El único pero que le pondría a El mozárabe es que hay momentos en los que puede resultar un tanto pesado de leer. Es una obra densa y, sobre todo, larga, lo que puede hacer que en algunos momentos no estemos deseando coger el libro de nuevo para continuar la lectura. Sin embargo, esto ocurre en muy pocas ocasiones, y la mayor parte del tiempo la novela es muy amena e interesante. Este pequeño pero puede disculparse ya que se trata de una de las obras iniciales de Sánchez Adalid.

Donde no hay, en mi opinión, ningún reparo que poner de manifiesto es en la que, desde mi punto de vista, es la novela cumbre de este autor: El alma de la ciudad. Obtuvo por ella el premio Fernando Lara de novela en 2007 y, contrariamente a la mayoría de galardones, este sí que era un premio muy merecido. El libro narra las andanzas de un clérigo cristiano en la época de Alfonso VIII. En este caso, Sánchez Adalid nos introduce en la apasionante fundación y desarrollo de una ciudad en plena Reconquista, mientras transcurre en paralelo la vida del protagonista como hermosa metáfora de las bondades y vilezas del alma humana. Junto al ya habitual guión histórico plenamente documentado, esta vez el autor nos muestra su plenitud como escritor, lleno de fuerza y apasionamiento, unidos a una excelente calidad literaria. El lector se ve literalmente transportado a la vida del protagonista, y el paisaje medieval desfila ante nuestros ojos en toda su plenitud. Espero que, en un futuro, la temática de las novelas de don Jesús vuelva a visitar esta época tan rica en matices y tan atrayente para muchos lectores.

A modo de resumen, no puedo menos que recomendar toda la obra de este gran escritor. Yo espero empezar en un futuro no lejano El caballero de Alcántara, otra obra que me llama poderosamente la atención. Mientras tanto, y visto que el género histórico español goza de muy buena salud, voy a proseguir mi búsqueda de algún talento extranjero en la narrativa histórica. En los novelistas foráneos, a pesar de la cantidad, la calidad y el rigor histórico suelen brillar por su ausencia, pero nunca hay que desesperar. Voy a leer un libro de Bernard Cornwell, escritor prolífico donde los haya, titulado Arqueros del rey. Es la primera novela que leo de este autor, famoso por su saga de Sharpe y las guerras napoleónicas. Veremos si sufro una nueva decepción o, por el contrario, me llevo una agradable sorpresa.

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miércoles, enero 27, 2010

Robert E. Howard, mucho más que Conan

Parece que este blog me está saliendo últimamente un poco cinéfilo, pero no es mi intención. Lo que ocurre es que la publicidad de una película puede hacer que algo que llevaba tiempo olvidado salte en nuestro cerebro y pugne por salir de nuevo. Hacía tiempo que quería escribir algo sobre Robert E. Howard, y el estreno de Solomon Kane me lo ha recordado, de forma que he decidido no demorarlo más. Que conste que no voy a hablar de la película (aunque tengo la intención de ir a verla), sino que me voy a centrar en la obra escrita de este autor que no ha sido tan reconocido como merece.

En otros posts he recalcado que un escritor que ha creado un personaje que le ha superado en fama, no debe sentirse avergonzado de ello, sino más bien orgulloso. En el caso de Robert E. Howard tengo que hacer una excepción a esta norma. No porque se tenga que arrepentir de su creación de Conan, en absoluto. Lo que ocurre es que, en este caso, el personaje ha borrado prácticamente al escritor de la faz de la Tierra y ha impedido que el resto de su obra sea conocida. Y en este ejemplo en particular es algo absolutamente injusto que, además, priva a muchos lectores de disfrutar de unos relatos excelentes.

Robert E. Howard tuvo una vida terriblemente corta. Se suicidó con sólo treinta años, impidiéndose a sí mismo continuar una obra que sólo Dios sabe hasta donde habría llegado. Pero esos breves treinta años fueron tremendamente prolíficos. La revista Weird Tales editó la mayoría de sus creaciones, aunque también lo hicieron otras publicaciones como The Magic Carpet Magazine. Aquí haré sólo un breve resumen, pero para los que quieran conocerlo con más detalle les recomiendo esta excelente página web.

Los relatos más conocidos de Howard son los que han dado vida a sus personajes. Me estoy refiriendo a las sagas de Conan, Solomon Kane, Kull, Bran Mak Morn, Turlogh O’Brien, Cormac Mac Art, Agnes de Chastillon, Wild Bill Clanton o Terence Vulmea. Sólo la longitud de esta lista da a entender las dimensiones alcanzadas por la creatividad de este escritor. Esta sería la que podríamos considerar fase más heroica de la producción de Howard, con la existencia de un protagonista central alrededor del cual transcurre la trama del relato.

Es importante hacer notar que un enfoque clásico en la obra de este autor es la contraposición entre barbarie y civilización, pero teniendo en cuenta que la visión de Howard va en la línea del “mito del buen salvaje”, es decir, que el hombre alejado de la ciudad y que vive libre es intrínsecamente positivo, mientras que cuando se funde en la sociedad, se convierte en un ser corrupto bajo el yugo de la civilización. Independientemente de que no estemos de acuerdo con esta filosofía, lo cierto es que le da un interesantísimo punto de partida que hace que el entretenimiento y la acción presidan todos estos relatos. Como es evidente, los hay mejores y peores, aunque el nivel general es muy bueno, y los recomiendo a todos los amantes de la fantasía.

Pero Howard escribió mucho más. Tiene una parte de su obra bastante desconocida para el gran público, y que no incluye a ninguno de sus famosos personajes. Me refiero a los relatos de horror y a los de los Mitos de Cthulhu, obras en las que consiguió una atmósfera excepcional de lo macabro y lo tenebroso. Muchos de ellos han sido publicados en España en distintas antologías, y son sólo una muestra de lo que Howard podría haber alcanzado si no hubiera decidido acabar con su vida. Recomiendo especialmente “El valle del gusano” y “La piedra negra”, por dar alguna referencia.

A la muerte de Howard, algunos autores retomaron la saga de Conan, que era con la que más fama había alcanzado. Posteriormente, se han hecho películas sobre el personaje que le han convertido en algo cotidiano de nuestra vida mediática, hasta el punto de ocultar el resto de sus creaciones. Se ha dicho muy a menudo, quizá con algo de ligereza, que los autores que escribieron a continuación y las adaptaciones a la gran pantalla han desvirtuado lo que Howard creó. Mi opinión es un poco diferente. Por supuesto, cuando otro escritor retoma un personaje que él no ha creado, siempre le va a introducir variantes personales. Y, evidentemente, cualquier adaptación a la gran pantalla va a tener que sacrificar parte de la literatura para poder mantener el interés del público. Para mí, el principal problema de estos relatos y estas adaptaciones es el hecho de que potenciaron tremendamente el personaje y postergaron completamente al autor. Y ese es el principal defecto que se les puede achacar.

Robert Erwin Howard escribió muchísimo y en muchísimos géneros. La fantasía, el horror, la aventura e incluso la Historia, recibieron su visita en numerosas ocasiones y, en la mayoría de los casos, con resultados excelentes. Desde aquí invito a todos a buscar relatos suyos del tipo que cada uno prefiera. Creo que casi nadie se sentirá defraudado, y podremos reivindicar la obra de un autor injustamente olvidado por la mayoría.

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sábado, enero 23, 2010

James Ellroy, reinventando la novela negra

En este post quiero hablar de algunos de los grandes escritores que han cultivado uno de mis géneros favoritos: la novela negra.

Quiero hacer una clara diferenciación entre dos géneros que a veces se confunden: misterio y novela negra. Los dos me encantan, pero tienen diferencias importantes. En el primero, tenemos una amplia lista de nombres, por todos conocidos: Arthur Conan Doyle, Agatha Christie, Erle Stanley Gardner, Edgar Wallace, George Simenon, Patricia Cornwell, PD James, etc... No sigo porque siempre me dejaré muchos en el tintero. En este género, el misterio y la trama son lo fundamental, más que la ambientación o lo que rodea a los personajes.

Sin embargo, últimamente, la mayoría de editoriales publican todas estas novelas como “colección negra”, cada una con su denominación particular, pero siempre bajo el epíteto común de “negra”. Y ahí estriba la diferencia. Los autores nombrados antes son de misterio, y ese es un género propio, mezclado por intereses a la hora de atraer al lector.

La novela negra fue inventada por Dashiell Hammett y Raymond Chandler. Esta frase, a alguno le puede sonar demasiado contundente pero, en mi modesta opinión, es la pura realidad. Algunos pueden ser más puristas y decir que el creador fue el primero y el segundo un continuador, pero eso es una falsa impresión. Hammett fue el iniciador, pero Chandler le dio su forma definitiva. No niego para nada el mérito del autor de novelas como “El halcón maltés” o “El hombre delgado”. Él fue quien dio las pinceladas esenciales de este género. Un trama policiaca o detectivesca, unos personajes sarcásticos y un tanto desquiciados, una crítica ácida (que no farisea) a la sociedad del momento y, sobre todo, un tono gris que planea sobre todo el conjunto, y que acabó dando nombre al género.

Sin embargo, creo que la forma definitiva y su cumbre la proporcionó Chandler. Sus novelas se cuentan por éxitos. Podemos nombrar “El sueño eterno”, “Adiós, muñeca”, “La ventana alta” o “El largo adiós” entre las mejores, aunque a mi parecer todas son excepcionales. Para mí tiene dos ventajas a la hora de ponerle por encima de su competidor. La primera, es que sus historias son menos enrevesadas que las de Hammett, y eso es importante en un género que, de por sí, ya puede resultar bastante complejo. La segunda es su imborrable creación de Philip Marlowe, un sarcástico detective que luego inmortalizó Humphrey Bogart en el cine. Marlowe en sí mismo encarna la cumbre de la novela negra, con todas sus virtudes y defectos, y está bastante por encima del Sam Spade de Hammett.

La idea de este post no es extenderme demasiado en estos dos autores, sino hablar sobre otro que, en mi opinión, es el único que ha conseguido llegar al Olimpo de estos dos genios. Me refiero a James Ellroy, el creador de L. A. Confidential.

Ellroy ha supuesto el mayor aporte innovador a un género que corría un grave riesgo de estancamiento. La novela negra necesitaba un soplo de aire fresco y, sobre todo, de originalidad. No bastaba con continuar lo creado por Chandler y Hammett. No, hacía falta algo nuevo, y Ellroy lo ha traído consigo.

Este autor tiene un estilo muy personal, que no se parece a nada que haya leído hasta ahora. Directo, muy seco, obviando muchas palabras (sobre todo verbos) que para otros autores serían imprescindibles. Esta forma de escribir podría ser inaguantable para muchos, pero Ellroy la utiliza de una manera que te engancha hasta un punto en que no puedes dejar de leer. Es una sensación extraña (y tremendamente gratificante), pero la realidad es que no hay forma de cerrar el libro. Me pasó con “L. A. Confidential”, y eso que ya había visto la película, y me ha vuelto a pasar con “Jazz Blanco”. Ambas son excepcionales, novelas sin tapujos, de las que vienen de frente y te absorben por completo. Forman parte de una tetralogía, comenzada con “La dalia negra” y “El gran desierto”, y que se ha dado en llamar “El cuarteto de Los Ángeles”, ya que es en esta ciudad donde transcurre la trama. Precisamente, “La dalia negra” es mi próxima lectura, aunque tengo entendido que es la más floja de todas (la película ya lo fue). Pero estoy convencido de que no me va a decepcionar en absoluto.

El principal problema que nos encontramos los fans de Ellroy es la increíble escasez de novelas suyas editadas en la actualidad. A día de hoy, no se puede encontrar en las librerías ni “El gran desierto” ni las dos primeras de la trilogía americana, que son “America” y “Seis de los grandes”. Esperemos que Zeta Bolsillo, que parece que tiene esta exclusiva, ponga remedio a este vacío inexcusable.

Otra de las características de Ellroy es la gran cantidad de personajes reales que aparecen en sus novelas. Supongo que muchas personas que vieron L. A. Confidential pensaron que Mickey Cohen o Johnny Stompanato son personajes ficticios, pero son absolutamente reales. De hecho, el segundo de ellos tuvo un romance con Lana Turner, tal y como se narra en la novela.

En resumen, mi recomendación es que todo el mundo que sea amante de la novela negra, en su más auténtica acepción, debe leer a este autor. Hammett y Chandler crearon este género, pero se puede decir, sin temor a equivocarnos, que James Ellroy lo ha reinventado.

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viernes, enero 15, 2010

Cine y literatura: Sherlock Holmes de Guy Ritchie

Aunque este es un blog de literatura, no me resisto a hacer un comentario sobre la última adaptación de un personaje literario al cine. Me refiero a Sherlock Holmes, de Guy Ritchie. Que quede claro que esto es lo que en la web suele llamarse “una precrítica”, es decir, que no he visto la película. Pero al ver los trailers y oír las declaraciones tanto del director como de los actores, no he podido resistirme a la tentación de hacer algunos comentarios.

Primero, que quede claro que soy un purista de la obra de Conan Doyle y del personaje de Sherlock Holmes. He leído los 56 relatos y las 4 novelas escritas por Doyle sobre este genio detectivesco. Y no los he leído una vez, sino varias. Así que creo que, modestamente, me puedo considerar bastante experto en el tema.

Cuando un escritor crea un personaje que le supera en fama, mi opinión es que, contrariamente a lo que le pasaba a Doyle, debe sentirse orgulloso. Lo que ha hecho es dar vida a un ser humano literario, que traspasa el simple papel y se introduce en nuestras mentes. Básicamente, pasa a ser un ente vivo, alguien que, para los efectos, es como si hubiese hollado la Tierra. El ejemplo de Cervantes y Quijote sigue siendo el más claro al respecto. En el caso de Doyle, aunque renegó de su creación durante la mayor parte de su vida, es indudable que en los últimos años fue consciente de que había dado forma a algo muy importante, y que el deleite en la lectura que había proporcionado a sus contemporáneos no se quedaría en su generación, sino que perduraría durante décadas y, me atrevo a decir, durante siglos.

Sir Arthur escribió mucho sobre Holmes, aunque la mayoría de los seguidores del genial detective diremos que no lo suficiente. Objetivamente, hay muchísimo material original del creador, y sus dos personajes principales, Sherlock y el doctor Watson, están claramente definidos, tanto en su aspecto mental como físico. Lo segundo es menos importante, pero lo primero no admite dudas y Doyle se encargó de dejar de forma detallada las inquietudes, los placeres, las angustias, los puntos fuertes y las debilidades de ambos. Por tanto, cualquier adaptación a cine o televisión, tiene que ser bastante fiel a lo que los lectores ya sabemos, y esto es un arma de doble filo que facilita y dificulta la labor del director y los guionistas.

En sus declaraciones, el director y los actores de la última adaptación a la gran pantalla comentan que las películas previas se han desviado mucho del Sherlock de las novelas y relatos, y que ellos habían vuelto a los orígenes. Coincido plenamente con la primera parte y disiento completamente de la segunda. El personaje de Holmes ha sufrido muchas veces su tránsito al cine y la televisión. La imagen más conocida es, sin duda, la de Basil Rathbone, y muchos de los estereotipos vienen de esta adaptación. Mi opinión particular es que son películas aceptables, pero que ya mostraron un distanciamiento claro con la obra de Doyle. Holmes no está logrado, pero se acerca al personaje literario. Lo peor, sin duda, fue la imagen que se dio de Watson como un tontorrón impenitente y rechoncho. Este ha sido, sin temor a equivocarnos, el peor estereotipo falso que se ha generado, porque la mayoría de la gente tiene esa imagen del buen doctor en la cabeza, y no tiene nada que ver con la realidad. El Watson creado por Sir Arthur es un individuo inteligente y audaz, compañero inseparable y, como Holmes reconoce muchas veces, imprescindible para su éxito. Evidentemente, a nivel intelectual no llega a la genialidad del detective, pero ese es el contrapunto entre individuo normal (que no tonto) y el personaje brillante de Sherlock.

La mejor adaptación a la pantalla de las obras de Doyle no se ha realizado en el cine, sino en la televisión. Sin lugar a dudas, la palma se la lleva la serie producida por Granada TV y protagonizada por Jeremy Brett. Su indiscutible número uno se debe a varias razones. Ante todo, fidelidad casi absoluta a la obra original. Todos los episodios son relatos o novelas escritos por Conan Doyle. Después, tenemos la recreación de los personajes y los escenarios del Londres victoriano. Tanto unos como otros están especialmente cuidados, de forma que los lectores no sentimos que estamos viendo algo extraño, sino una recreación bastante aproximada a lo que el autor escribió. A esta serie sólo le pongo dos pegas. Una, que el actor que hace de Watson cambió de la segunda a la tercera temporada. Que conste que no fue un cambio a peor, pero hubiera sido preferible un único Watson en toda la serie. El segundo punto negativo sólo concierne a España, y es el hecho de que a mitad de la serie se cambiaron los actores de doblaje. Una pena porque las voces siempre tienen mucha influencia en nuestra percepción de los personajes.

Volviendo a Guy Ritchie, Jude Law y compañía, su adaptación promete ser una de las peores de la historia. Vamos a dar unas cuantas razones de peso. Primero, se sacan de la manga a un Holmes pendenciero. Es cierto que era un experto boxeador y luchador, pero en absoluto la especie de matón de barrio que interpreta Downey Jr. Seguimos con la drogadicción. Verídico que Sherlock era adicto a la cocaína, pero no era el yonqui de la película. El siguiente punto es el humor. El personaje no era un individuo serio como un ajo. Tenía su punto humorístico, es cierto, pero en ningún momento era un socarrón desenfrenado. Pasamos a Watson. Al menos, han tenido la decencia de ponerle delgado y no gordo. Pero por lo que se ve en el trailer, Jude Law lo convierte en un payaso profesional. No en un bufón, pero sí en alguien sacado del Club de la Comedia. Y ahí sí que no tienen absolutamente nada en los escritos de Doyle en lo que basarse. En los excesos con los que pintan a Holmes pueden decir que han sacado algo de los relatos y lo han tergiversado o exagerado (salvo en la altura del actor, porque ahí se han quedado cortos). Pero la recreación de Watson no tiene ni pies ni cabeza.

En fin, ojalá que me equivoque y que estas impresiones basada en trozos de la película y en las declaraciones de director y protagonistas sean erróneas, pero me temo que no va a ser el caso, y las críticas que he oído a gente que sí ha visto la película me reafirman aún más en mi opinión. A aquellos que me lean, mi recomendación es que se dejen de imitaciones baratas y que vayan a las fuentes, es decir, a los relatos escritos por Arthur Conan Doyle.

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jueves, septiembre 17, 2009

Lovecraft y los mitos de Cthulhu

Ya que en el post anterior hablé de un genio, vamos a dedicarnos a otro. En este caso, me gustaría hablar de Howard Phillips Lovecraft, más conocido como H.P. Lovecraft.

De vez en cuando surgen autores cuya creación les supera. Hay muchísimos escritores que han generado personajes o escenarios que han pasado a la leyenda, superando con creces la fama del autor. Los ejemplos son múltiples: El Quijote con Cervantes, Sherlock Holmes con Conan Doyle, la Tierra Media con Tolkien, etc. Un caso más de esta saga es, sin duda, la creación de los mitos de Cthulhu por parte de Lovecraft.

Este genial autor, tan tempranamente desaparecido (murió con 46 años), desarrolló una de las creaciones míticas más importantes de la historia de la literatura. Pongo en antecedentes al que no conozca nada sobre él. En nuestro mundo, no estamos solos, ni mucho menos. Unos seres que a nuestros ojos son dioses, denominados los Primigenios, están más o menos presentes a nuestro alrededor. Derrotados en su día por los Dioses Arquetípicos, esperan su momento para volver a gobernar la Tierra, como hicieron antaño. Para ello cuentan con unos ayudantes un tanto atípicos, los Profundos, así como con la locura y el deseo de poder de muchos humanos que acaban cayendo en sus redes.

Pido perdón por este resumen tan simplista, pero creo que cualquier momento es bueno para dar a conocer a Cthulhu y sus seguidores. El profano que oiga esto por primera vez pensará que hablamos de alguna secta seguidora del diablo, pero no, todo es fruto de la imaginación de Lovecraft, o eso queremos creer los mortales que hemos leido estas historias, ya que cualquier otra explicación sería demasiado terrible.

Las historias de Lovecraft son relatos de terror, ambientados entre los años 20 y 30 del siglo pasado. Todo transcurre en nuestro mundo y, aparte de algunas localizaciones ficticias, los relatos se desarrollan en la época real en la que vivió el autor. Basándose en eso, Lovecraft creó una atmósfera sensacional imbuida de miedo y suspense, en la que los personajes toman contacto con una realidad no tan alejada de la nuestra. Creo que ese es el gran mérito de este autor. Desarrolló un universo irreal que transcurre en nuestro mundo tangible. Ese, pienso yo, es el motivo por el que estas historias tienen tanto éxito. Todos los personajes parten de una vida completamente normal y, cuando quieren darse cuenta, están rodeados por una pléyade de criaturas que jamás pudieron pensar que existirían.

Que nadie piense que estamos ante un terror de casquería ni nada semejante. El mundo de Lovecraft se basa en la tensión y la incertidumbre, los ingredientes principales de lo que debe ser el terror de calidad, y que tan pocas veces vemos en la actualidad. A cualquier amante de este género, le recomiendo todas las historias de los mitos de Cthulhu.

Hay que hacer algunas puntualizaciones acerca de Lovecraft. Para mí, su mayor mérito, su genialidad, es la creación que hizo, la atmósfera que generó. No así sus relatos (ya oigo a alguno al grito de "¡Sacrílego!"). Me explico. He leido relatos de los mitos de Cthulhu de distintos autores, y tengo que decir que los que menos me han gustado son los de Lovecraft. Seamos realistas. Ni La llamada de Cthulhu ni En las montañas de la locura son prodigios literarios. A mí se me hicieron pesados (sobre todo la segunda historia), demasiado descriptivos y que no llegan a enganchar del todo. Hay que leerlos, por supuesto, ya que son importantes para conocer toda la mitología, pero no sacan todo el jugo que tiene el escenario. Personalmente, mi autor favorito sobre estos mitos es August Derleth, y hay otros bastante buenos como Robert Bloch o Clark Ashton Smith. En mi opinión, hay muchos escritores que le han sacado bastante más jugo a este universo que Lovecraft. Algunos dirán que Derleth manipuló o desfiguró la mitología en un sentido que Lovecraft no habría hecho, pero todo eso son conjeturas en las que no voy a entrar. La realidad es que lo que importa al final es la buena literatura y el disfrutar de un libro, y gracias a H. P. Lovecraft y a sus continuadores, yo disfruto enormemente de estas narraciones.

No quisiera finalizar este post sin recomendar una lectura un poco especial. Este verano he leído Sombras sobre Baker Street. Es un curioso intento de mezclar a Sherlock Holmes con los mitos de Cthulhu. Para ello, se pidio a un nutrido grupo de escritores actuales que crearan cada uno un relato sobre este tema. El resultado ha sido desigual, pero el libro merece la pena. Tengo que advertir que los primeros cinco o seis relatos son bastante malos (el de Neil Gaiman es pésimo). Sin embargo, a partir de la narración de Barbara Hambly, el nivel sube como la espuma y se logra un libro muy entretenido y respetuoso con la obra de Doyle y Lovecraft.

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